viernes, 17 de julio de 2009

¿Qué aprendimos?

Luego de haber trabajado durante todo el ciclo con el mismo grupo de personas; de haber conversado con gente que nos contó sus experiencias y de haber indagado en lo que es el alcoholismo realmente, podemos decir que hemos aprendido bastante.

Como dijimos al principio del blog, el tema del alcoholismo es muy común hoy en día y además, es algo que puede sucederle a cualquiera, incluso a gente de nuestra edad, como pudimos ver en algún momento. Asimismo, como ya hemos dicho, la mayoría del grupo está conformado por personas que estudiamos psicología, por lo que hemos podido reforzar mucho de lo que hemos visto en otros cursos.

En general, hemos aprendido que el alcoholismo es algo que puede sucederle a cualquiera y que, además, es una enfermedad más que un problema y que puede controlarse de manera que las consecuencias del mismo no sean devastadoras. También hemos aprendido que el tema de salir del alcoholismo es mucho más difícil de lo que en algún momento pudimos llegar a pensar. Hemos podido identificar, clara y concisamente, cuáles son las dificultades que una persona enfrenta al tratar su alcoholismo y hemos aprendido que es una tarea que requiere de mucha paciencia, fuerza de voluntad y, además, del apoyo de las personas a las que uno quiere.

jueves, 16 de julio de 2009

LA LEY DE CONTAGIO EN ANDENES

Según Joseph Frazer, el pensamiento sobre el que se funda el pensamiento mágico se divide en dos leyes: la ley de semejanza y la ley de contacto o contagio.
Frazer adjudica ciertas características a ambas leyes para determinar la manera en el que se forja este pensamiento.
La primera ley, la ley de semejanza, se refiere a que lo semejante produce lo semejante. Con esto, se quiere decir que los efectos semejan a sus causas. Se deduce que se puede producir el efecto deseado simplemente por imitarlo. Los resultados o encantamientos basados en esta ley se conocen como magia homeopática.
El tipo de magia fundada bajo esta ley se ha utilizado a través de todas las épocas para dañar o destruir a un enemigo. La idea es construir una imagen de la persona que se quiere dañar, una representación de ella, una muñeca o un dibujo. A partir de esta representación se le hace daño a esta representación. Se quema el dibujo, se le clava o corta partes a la muñeca. La suposición es que al hacer esto con una representación de la persona temida, u odiada, por semejanza, a esa persona le sucederá algo muy parecido.

En cambio, la ley de contacto o contagio, la que nos interesa en este caso con las personas que son tratadas en el centro ANDENES, nos dice que las cosas que una vez estuvieron en contacto, aún después de estar separadas, todavía tienen una fuerte relación entre ellas. Se deduce que un objeto afectará de igual modo a una persona con quien estuvo en contacto, haya o no formado parte de ella. A los encantamientos fundados en base a esta ley podrían denominarse magia contagiosa o contaminante. Un ejemplo en que se ve claramente este tipo de pensamiento mágico es en los aborígenes del sur de Australia, que creen que un hombre puede ser herido enterrando fragmentos de cuarzo, vidrio y otras cosas así en la huella que dejó su cuerpo acostado. Es decir, la huella que dejó la persona y su cuerpo se cree todavía que están conectados.

Este tipo de pensamiento, fundado sobre la ley de contagio o contacto de Frazer, podemos observarla en aspectos de la ideología de ANDENES. En primer lugar, ellos tienen la idea de que, en vez de llamar al alcoholismo adicción, se le conoce como apego. Apego, como ya mencionamos antes, a sustancias, comportamientos o emociones. Entonces, la tentación de este apego nunca desaparece. El alcoholismo resulta en una enfermedad que dura por el resto de la vida de las personas, es incurable. Sin embargo, sí es manejable y ese es el objetivo que los alcohólicos deben alcanzar: poder controlar su necesidad de tomar, aunque ésta no desaparece.
Por el tiempo en el que estas personas han estado sumergidas en el apego que tienen por el alcohol, antes de darse cuenta de que tienen un problema, han estado en constante contacto con el alcohol debido a que fuerte necesidad de tomar todo el tiempo.

Cuando ingresan al centro y deciden que no volverán a tomar, según la ideología de ANDENES y en congruencía con la ley de contagio de Frazer, la relación que ha tenido la persona con el alcohol persiste a pesar de que ya no está en contacto con él. Es por eso que se dice que esta es una enfermedad incurable: el alcohol resulta siempre impactando de la misma manera a la persona por más que el contacto entre él o ella y el alcohol ya no exista.

miércoles, 15 de julio de 2009

Para efectos de mantener el anonimatode la entrevistada, su nombre ha sido cambiado. Además, por la misma razón no pudimos grabar la entrevista, aquí está lo que conversamos:
Nombre: Rosa
Edad: 64 años

E: ¿Hace cuánto tiempo que dejaste de consumir alcohol?

R: Bueno, hace aproximadamente dos años.

E: ¿Qué pasó en tu vida para que decidieras dejar el alcohol y empezar a tratarte?

R: Pasaron muchas cosas antes de que yo me diera cuenta de que tenía un problema. Mi esposo compartía el mismo vicio que yo entonces era difícil darnos cuenta que ambos compartíamos un problema. La verdadera razón por la que dejé de consumir y me traté en andenes fue porque mis hijos ya no confiaban en mí y se rehusaban a dejarme a mis nietos; yo estaba mucho más irritable y casi siempre me quejaba de que no me comprendían. El alcohol me alteraba un poco y, a veces, me hacía hacer cosas que quizás no debía como beber frente a mis nietos.

E: Los primeros días de abstinencia se conocen como “síndrome de abstinencia agudo” ¿qué sentiste en ese momento?

R: Bueno, lo que se siente es difícil de explicar porque la sensación es un poco angustiante, sientes que necesitas tomar. Yo pasé mis primeros días de abstinencia en el complejo de Asia y eso me ayudo muchísimo porque la metodología consistía en leer todo el día, lo que hacía que no pudiera pensar en otra cosa que no sea la lectura que tenía en frente.

E: Una vez que empezaste el tratamiento, ¿qué tan difícil fue para ti aceptar que habías cometido un error en frente de otros?

R: Fue bastante difícil aceptar que tenía un error porque parte de mi familia, bueno, mi esposo, no lo considera así ya que el aun no ha dejado de tomar. Por suerte, mis hijos han estado conmigo durante el tratamiento y me han ayudado bastante, he tenido sesiones con ellos donde he reconocido que me equivoqué. Ahora, mis hijos siguen viniendo juntos para conversar del tema.

E: Cuando sentiste que estabas en camino a recuperarte, ¿tuviste miedo de recaer? ¿Lo hiciste en algún momento?

R: Bueno, creo que miedo de recaer lo tenemos todas aquellas personas que hemos consumido alcohol por mucho tiempo pero, gracias al tratamiento logré dejar de tomar desde el primer día que me lo propuse.

E: ¿Crees que ahora, después de dos años, es más fácil no consumir?

R: Realmente sí, ya no siento nada por la bebida, ni me provoca, ni me llama la atención. Es más, ahora, con frecuencia cuando voy a reuniones observo a mis amigos y puedo detectar aquellos que tienen una adicción por la bebida. No es que vaya predicando el hecho de que deben reformarse pero, una que otra vez, si he hecho algún comentario.

E: ¿Qué tuviste que dejar de tu vida para dejar de consumir alcohol, amigos, lugares, etc?

R: Quizás podría decir que durante algunos meses dejé de frecuentar las reuniones sociales porque las relacionaba mucho con la bebida. Ahora, salgo con toda tranquilidad y me divierto sin beber.

E: ¿Qué haces cuando tienes ganas de tomar?

R: Ya no las tengo. En algún momento las tuve y bueno, empecé a fumar.

E: ¿Tienes el apoyo de tu familia?

R: Si, tanto de mi familia como de mi hermana y mi cuñado que también han asistido a ANDENES.

E: ¿Cuánto tiempo te tomó sentir que estabas recuperándote?

R:
No lo sé. No podría decirles cuántos meses me tomó sentirme bien pero considero que después de dos años me siento bastante bien.

Entrevista a Laura

Para efectos de mantener el anonimatode la entrevistada, su nombre ha sido cambiado. Además, por la misma razón no pudimos grabar la entrevista, aquí está lo que conversamos:
Nombre: Laura
Edad: 29 años

E: ¿Hace cuánto tiempo que dejaste de consumir alcohol?

L:
Mmmm ya van casi tres años y diez meses. Comencé cuando tenía 22 años. Antes, nunca tomaba nada. Era de las que salían con sus amigas y siempre terminaba manejando los carros de todo el mundo porque era la única sobria. Un día, cuando tenía 21 salí con unas amigas y me metí mi primera “juerga” y después de eso me fue más difícil parar. Empecé en juergas y después me di cuenta de que me era muy difícil parar. Veía como todos paraban y decían ya basta y yo no podía, terminé con la costumbre de tomar sola para no andar moviéndome por todos lados. Así que un día, luego de como tres años de tomar sin parar, decidí empezar un tratamiento. Ya voy tres años y casi diez meses sin tomar.

E: ¿Qué pasó en tu vida para que decidieras dejar el alcohol y empezar a tratarte?

L: Pucha, como ya les conté, ya tenía como tres años tomando y la verdad es que tomaba bastante. Ya no hablaba con mis amigas de toda la vida, había terminado con mi enamorado de toda la vida, mis hermanos menores no podían ni verme y mis papás ya no sabían qué hacer conmigo. Me la pasaba peleando con ellos, porque ellos insistían en que yo tenía un problema y yo estaba segurísima de que estaban equivocados, ¿yo? ¿un problema? JA! Así que un día, mi papá se cansó y decidió darme una especie de ultimátum: o empezaba a tratarme, o me iba de la casa. Yo, como buena consumidora de alcohol, me fui de la casa…total, tenía gente con quien podía quedarme y tenía algo de plata que había guardado y otro poco que cogí de la tarjeta de mi papá. Resultó ser que no tenía tan buenos amigos como pensaba. Ellos también andaban metidos en el alcohol, incluso andaban metidos en drogas, pero yo a eso no le entro, que miedo. Un día me di cuenta de que ya no tenía ni un sol con que vivir, me lo había gastado todo comprando trago y ya no me quedaba nada. No hablaba con mis papás, con mis amigos, ya no tenía enamorado y no tenía plata. Así que decidí ver qué pasaba si me valía por mí misma. No me fue muy bien. Después de un par de semanas de andar por ahí, decidí regresar a mi casa. Fui, toqué la puerta y no me dejaron entrar. Salió mi mamá llorando a decirme que solo me dejarían regresar si es que me comprometía a mejorar. Yo todavía no creía tener un problema, pero si tratarme era mi única opción, no me quedaba de otra. Así que dije que sí e ingresé a ANDENES y fue ahí que me di cuenta de que estaba enferma. No era la única que consumía alcohol de la manera en la que yo lo hacía; pude escuchar a otras personas hablar de sus experiencias y muchas resultaron ser como la mía, que no sabían en qué momento todo se volvió tan malo y empezaron a tomar. Yo tenía una vida perfecta, tenía amigos, enamorado y una familia unida, pero todo lo malogré y no me di cuenta hasta mucho después. Felizmente mis papás me obligaron a mejorar, porque no sé que hubiera sido de mí de lo contrario.

E: Los primeros días de abstinencia se conocen como “síndrome de abstinencia agudo” ¿qué sentiste en ese momento?


L: Asu, los primeros casi 40 días fueron los más difíciles. Al principio no pasó nada, digamos en los primeros tres días, pero después empecé a sentirme mal. Los primeros 10 días fueron infernales. Tuve fiebre, me dolía la cabeza todo el tiempo y no paraba de vomitar. No tenía hambre y pensaba en tomar todo el tiempo. Me la pasaba durmiendo para no pensar en cosas negativas y para prevenir una recaída. Nunca me dejaban sola, tenía a mi mamá o a una enfermera conmigo todo el tiempo.

E: Una vez que empezaste el tratamiento, ¿qué tan difícil fue para ti aceptar que habías cometido un error en frente de otros?

L: Al principio fue súper fácil porque lo hacía de la boca para afuera. No pensaba que realmente me hubiera equivocado. Una vez que me di cuenta de lo que había hecho y de lo mucho que había hecho sufrir a las personas que me quieren, me costó un poco decirlo. Sabía que me había equivocado y que debía hacer algo al respecto, pero me moría de la vergüenza. Felizmente cuando lo hice, cuando hablé con mis papás y mis hermanos y amigos, todos supieron entenderme y creo que hicieron lo mejor que pudieron para no juzgarme.

E: Cuando sentiste que estabas en camino a recuperarte, ¿tuviste miedo de recaer? ¿Lo hiciste en algún momento?

L: Sí. Creo que ya tenía como un año y medio sin tomar y me acuerdo que un día estaba almorzando con una amiga y vi cómo le llevaban un vaso de whiskey a un señor que estaba sentado a mi lado, me dieron unas ganas de cogerlo, tomármelo y salir corriendo que te mueres. Felizmente no estaba sola, porque quién sabe si estando sola no me pedía yo un vaso para mí. Desde ese día comencé a pensar un montón en volver a tomar, estaba asustadísima y no fue hasta que me dijeron que era normal pensar y sentir esas ganas, que no me quedé tranquila. Con el tiempo y con bastante esfuerzo, todo eso fue desapareciendo y gracias a Dios que no, nunca he tenido una recaída.

E: ¿Crees que ahora, después de casi cuatro años de no consumir, es más fácil no hacerlo?

L: A veces sí y a veces no. Me es mucho más fácil vivir mi vida sin pensar en tomar. Trabajo, tengo enamorado y salgo con mis amigas y casi no pienso en tomar. Pero hay veces, y son pocas, en que salgo a discotecas por ejemplo, en que si me provoca tomarme un trago. Hasta ahora no lo he hecho y espero no ceder nunca.

E: ¿Qué tuviste que dejar de tu vida para dejar de consumir alcohol, amigos, lugares, ect?

L: En realidad tuve que dejar un montón de cosas. Dejé de salir un montón, recién he empezado a salir a bailar y a algunos sitios hace como un año, al principio no me sentía lista. Además, tuve que perder contacto con un montón de gente, más que nada con la que salía a tomar o con la que juergueaba en esa época.

E: ¿Qué haces cuando tienes ganas de tomar?

L: Intento concentrarme en otra cosa. Llamo a alguna amiga o a mi enamorado y salgo con ellos, veo películas, voy de compras. Más que nada intento no estar sola cuando siento que tengo ganas de tomar. Si es que no consigo alguien que me acompañe, cojo un libro y me siento a leerlo, intento concentrarme en otras cosas.

E: ¿Tienes el apoyo de tu familia?

L: Sí. Felizmente son los que más me han apoyado. Les debo todo a mis papás, especialmente después de lo mucho que los decepcioné. Hasta hoy, están siempre conmigo, me ayudan y me apoyan. Asistieron a todas las sesiones en el centro y nunca me dejaron sola. Empecé a curarme por ellos y terminé haciéndolo por mí. Mi familia ha sido mi roca, siempre me han apoyado.

E: ¿Cuánto tiempo te tomó sentir que estabas recuperándote?

L: Creo que empecé a sentir que iba por buen camino cuando tenía como un año y medio sin tomar. Cuando pude no volver a tomar el día en el restaurant, me di cuenta de que estaba bien, por el camino correcto.

martes, 14 de julio de 2009

Lo sagrado, lo profano y la hierofanía en ANDENES

Para poder relacionar los conceptos que explica Mircea Eliade en su lectura de “Lo sagrado y lo profano”, primero debemos entender qué es lo que se quiere decir con estos términos. Según Eliade, hay dos maneras de ser y de vivir en el mundo representadas por lo que es sagrado y lo que no lo es, lo profano. El hombre, según lo dictan las diferencias entre estas dos condiciones, empieza a conocer lo sagrado por medio de sus manifestaciones: lo sagrado se manifiesta ante ellos, ante el mundo profano, siempre como una realidad que es de un orden totalmente distinto al del mundo común, perteneces al mundo divino. A esta manifestación de lo “ganz andere”, o sagrado, se le conoce como hierofanía, que, literalmente, quiere decir que algo sagrado se nos muestra. Y como, para el hombre religioso, las hierofanías constituyen lo que es, la realidad, éstas son importantes porque se muestran como el centro del mundo religioso, como una muestra de lo divino.
La diferencia más importante es que en el hombre religioso, el espacio resulta heterogéneo, presenta roturas que simbolizan que hay lugares que son más significativos que otros: se crea un punto fijo en el espacio sagrado. Este punto fijo representa un eje que, representado por una hierofanía, sirve como guía para el mundo sagrado. Al mismo tiempo, los lugares representados como sagrados vienen a ser el “centro del mundo” para el hombre religioso, ya que éste es un lugar en el que puede existir la oportunidad de comunicación con lo divino, con el cielo y con el infierno; es decir, el espacio pierde homogeneidad porque en él existe la posibilidad de estar más cerca de lo celestial. Mientras más cerca se encuentra el hombre religioso a este centro del universo, más cerca estará de la comunión con las otras dimensiones a las que no puede llegar por medio del mundo profano.
En cambio, el hombre profano mantiene la homogeneidad del espacio caótico. Es ahí donde subsiste la relatividad del espacio, al que se le atribuye más o menos importancia de acuerdo a las necesidades cotidianas que éste tenga. Sin embargo, Eliade subraya una incongruencia muy interesante entre lo que debería significar el espacio para el hombre profano y lo que realmente significa. En esta experiencia profana del espacio, siguen existiendo valores que recuerdan la no-homogeneidad que caracteriza a la experiencia religiosa. Subsisten todavía lugares privilegiados que son cualitativamente diferentes a otros. Esto quiere decir que hay lugares que se representan como “únicos” para el universo personal del hombre profano.
Este es, precisamente, el escenario que encontramos en ANDENES y que, por lo mismo, nos resulta muy interesante. Podríamos decir que consideramos a las personas que asisten a este centro de rehabilitación como profanas, ya que no podrían calificarse dentro de un mundo religioso y no podemos asegurar que hayan tenido alguna experiencia religiosa. Sin embargo, sí podemos determinar que, para ellos, y como herencia del hombre religioso en la antigüedad, existen lugares que resultan más significativos que otros: que resultan siendo el eje de su espiritualidad o de su universo.
Uno de estos lugares y, el que más nos interesa en este análisis, es el centro ANDENES, que vendría a representar el centro del universo de las personas que pertenecen a él. En este espacio, se presenta una ruptura en el espacio cotidiano homogéneo, al representar la oportunidad de comunión con lo celestial, aunque, en realidad, no hay clasificación alguna acerca de lo que esto vendría a significar. Entonces, los alcohólicos asisten a este centro con regularidad, porque, dentro de él, ingresan al mundo de lo sagrado, lo profano se queda fuera. Además, en él consiguen el apoyo que necesitan para salir adelante, estar ahí representa estar más cerca del centro del universo, representa la oportunidad de comunión con lo divino.
Sin embargo, lo que se considera sagrado en este caso resulta muy subjetivo. En ANDENES, no hay un solo dios. No se rigen por la misma religión, ni todos deben tener la misma creencia. No todos deben seguir las mismas reglas. Es por eso que se podría decir que el concepto del centro del mundo que representa Andenes es algo muy subjetivo. Es el centro interno de cada uno, lo que quiere decir que la hierofanía, o la manera en lo que lo sagrado se muestra en el mundo, también es interna y subjetiva. En este caso, podríamos llegar a la conclusión de que resulta en un proceso individual de cada una de las personas que asiste a ese centro por el que debe pasar para llegar hacia el estado deseado: la recuperación y el mantenimiento de ella.
Finalmente, lo sagrado se manifiesta internamente en estas personas y encuentran una comunicación entre el mundo de lo que es divino para ellos y su propio mundo dentro del centro ANDENES. Esto quiere decir que, a pesar de que estas personas se encuentran dentro de la experiencia profana del mundo y es este su modo de ser en él, también tienen valores que determinan que unos lugares son más importantes o significativos que otros, y lo sagrado se les presenta de manera personal y totalmente subjetiva.

CONTRATO SAGRADO

Desde el punto de vista de Jean Jacques Rousseau, existen tres paradigmas o cosmovisiones de entender, ver y relacionarnos con el mundo. A través del tiempo, se ha identificado que los distintos grupos sociales que han poblado el planeta han tenido distintas maneras de entenderse a sí mismos y de reconocer a los “otros”. A estos términos que constituyen las bases de la organización y el estilo de vida de los grupos humanos se les ha denominado habitualmente contrato social. De esta manera, Rousseau plantea que existen tres modelos: sociedad adscriptiva, sociedad semi adscriptiva y sociedad abierta.

El grupo con el que escogimos trabajar está conformado por un conjunto de personas que se encuentran apegadas a un tipo de sustancia: el alcohol. Para poder conocer más a fondo a estas personas visitamos el centro de rehabilitación ANDENES. En este centro pudimos identificar algunas de las características que esperábamos encontrar por lo que, ahora, podemos señalar qué tipo de contrato sagrado mantienen. Primero queremos señalar cuáles son aquellos contratos sagrados con los que nuestro grupo estudiado no se relacionan para terminar indicando cuál es el que tienen y cómo lo mantienen.

El primer paradigma es el de la sociedad adscriptiva, que consiste en que el grupo social se encuentra relacionado por lazos sanguíneos; es decir, comparten dentro de la comunidad porque poseen antepasados comunes. En nuestro grupo estudiado, no se presentan estas características ya que los participantes no poseen la misma sangre; es decir, en su mayoría no son parientes sino que son personas que se unen porque poseen una dificultad que les impide desarrollarse de una manera adecuada y se agrupan con el único objetivo de servir como apoyo para lograr una mejor calidad de vida.

El segundo paradigma es el de la sociedad semi adscriptiva, que consiste en que el grupo social se une porque aceptan fervientemente las normas y dogmas que les manda un ser divino entendido como su Dios creador. Este grupo social es menos excluyente, pues se aceptan a todas aquellas personas que aceptan vivir bajo los regimenes dictados por Dios. Nuestro grupo social no es un conjunto de personas que se encuentra establecido bajo el mandato de un Dios específico, sino que cada persona tiene la capacidad o el permiso de mantener y tener como Dios a la divinidad que considera más adecuada. Incluso pueden no tener una, esto no se impone, ni se les propone una divinidad, sino que se respeta el que cada uno crea en lo que desee. En las sesiones o reuniones, se menciona a un Dios dentro de la oración pero no se especifica cuál es, de manera que dentro de los esquemas mentales personales se tome como una oración para su propio Dios.

El tercer paradigma es el de la sociedad abierta, y consiste en el abandono de Dios como protagonista y ahora son los propios individuos quienes establecen los criterios de su vida, basándose en el ejercicio del pensamiento racional que es innato a todos los seres humanos sin excepción. Se asume que la razón es una condición natural de los individuos y la fuente legítima de las decisiones individuales. En la actualidad, la mayoría de los estados existentes, son entidades conformadas por ciudadanos que han elegido un estilo de vida que se rige en la Constitución; es decir, que son parte de una misma comunidad porque han nacido en un mismo territorio. En este tipo de paradigma, el individuo goza de mayor autonomía y libertad para realizar sus actividades, de manera que el ejercicio de su voluntad es real. Esta propuesta se identifica con la “modernidad”. Así, habiendo explicado el último paradigma podemos identificar que nuestro grupo estudiado se mantiene como una sociedad abierta; es decir que, mediante sus propias facultades mentales, las personas han decidido permanecer a este grupo. Por ello, consideran a este grupo como la mejor opción que poseen para recuperarse del problema que poseen. Todas las personas apegadas al alcohol que llegan a este centro, lo hacen por voluntad propia, ya que poseen libertad para elegir.

DIFICULTADES

El tema que hemos elegido para profundizar es uno que estamos tratando en más de uno de nuestros cursos de la carrera y por esta razón estamos empezando a dominarlo. Además, el haber tenido la oportunidad de entrevistar a una paciente y escuchar el testimonio de otros pacientes, nos ayudó a tener más claro cuáles son las dificultades que enfrentaron cuando se dieron cuenta de que tenían un problema y debían hacer algo para cambiarlo.
De acuerdo con los nuevos estudios, el tema de las adicciones se divide en seis etapas diferentes. La primera etapa, la etapa pre-contemplativa, ocurre cuando una persona adicta a una sustancia, en este caso, no se da cuenta de que tiene un problema. Las personas en su medio le dicen que tiene un problema, pero él o ella no opinan lo mismo y creen que son los demás los que están mal. La segunda etapa, la contemplativa se da cuando las personas adictas empiezan a considerar la posibilidad de que no son los demás los que están mal, sino que son ellos quienes tienen un problema y deben resolverlo; sin embargo, no hacen nada para arreglarlo. En la tercera etapa, la etapa de preparación, las personas saben que tienen un problema y empiezan sus primeros intentos por solucionarlo; sin embargo, no tienen éxito porque la adicción aun es más fuerte que ellos. La cuarta etapa es la etapa de acción. En esta etapa, las personas son conscientes de que deben hacer algo para recuperarse y deciden buscar ayuda para hacerlo. Su recuperación empieza y sus ganas de hacerlo ayuda a que sea exitosa. La siguiente etapa, la de mantenimiento, se da cuando las personas han concluido su tratamiento de recuperación, han superado el síndrome de abstinencia agudo (que es el que se da los primeros 45 días en los que se deja el consumo) y a esta etapa también se le conoce como el síndrome de abstinencia retardado. Dura alrededor de dos años y se caracteriza porque es la etapa en la que ocurren las recaídas debido a las manifestaciones que caracterizan esta parte del síndrome de abstinencia. Una de estas manifestaciones es el flashback, que es el recuerdo placentero del consumo que viene acompañado de emociones de satisfacción. Otra de las manifestaciones de este síndrome es el craving, que consiste en la urgencia y el deseo de consumir que se presenta de forma abrupta. Por último, está la etapa de finalización, que es a la que se llega luego de dos años sin consumir la sustancia a la que se era adicta y dura el resto de su vida (a menos que exista una recaída). La persona está recuperada y pudo resolver su problema.
Antes de llegar a la etapa de finalización y especialmente en la de acción y mantenimiento, la persona adicta a alguna sustancia se enfrenta a diferentes dificultades y son esas las que vamos a identificar a continuación:
  • Aceptar que cometieron un error.
  • El síndrome de abstinencia agudo y todos los procesos físicos que lo acompañan: fiebre, náuseas, vómitos, escalofríos, taquicardia, dolor corporal, dolor de cabeza.
  • Los procesos psicológicos que acompañan a este síndrome: ansiedad, angustia, ganas de consumir, confusión, desorientación.
  • Vergüenza al regresar a su hogar y ver a su familia, por ejemplo. Se sienten culpables por muchas de las conductas y actitudes que tuvieron.
  • Tentación a la recaída
  • Recuerdos placenteros del consumo
  • Al reinsertarse en la sociedad, muchos han perdido a sus amigos, pues la gente con la que se relacionaron antes eran con los que compartían la adicción y ya no permanecen en contacto con ellos.