Para poder relacionar los conceptos que explica Mircea Eliade en su lectura de “Lo sagrado y lo profano”, primero debemos entender qué es lo que se quiere decir con estos términos. Según Eliade, hay dos maneras de ser y de vivir en el mundo representadas por lo que es sagrado y lo que no lo es, lo profano. El hombre, según lo dictan las diferencias entre estas dos condiciones, empieza a conocer lo sagrado por medio de sus manifestaciones: lo sagrado se manifiesta ante ellos, ante el mundo profano, siempre como una realidad que es de un orden totalmente distinto al del mundo común, perteneces al mundo divino. A esta manifestación de lo “ganz andere”, o sagrado, se le conoce como hierofanía, que, literalmente, quiere decir que algo sagrado se nos muestra. Y como, para el hombre religioso, las hierofanías constituyen lo que es, la realidad, éstas son importantes porque se muestran como el centro del mundo religioso, como una muestra de lo divino.
La diferencia más importante es que en el hombre religioso, el espacio resulta heterogéneo, presenta roturas que simbolizan que hay lugares que son más significativos que otros: se crea un punto fijo en el espacio sagrado. Este punto fijo representa un eje que, representado por una hierofanía, sirve como guía para el mundo sagrado. Al mismo tiempo, los lugares representados como sagrados vienen a ser el “centro del mundo” para el hombre religioso, ya que éste es un lugar en el que puede existir la oportunidad de comunicación con lo divino, con el cielo y con el infierno; es decir, el espacio pierde homogeneidad porque en él existe la posibilidad de estar más cerca de lo celestial. Mientras más cerca se encuentra el hombre religioso a este centro del universo, más cerca estará de la comunión con las otras dimensiones a las que no puede llegar por medio del mundo profano.
En cambio, el hombre profano mantiene la homogeneidad del espacio caótico. Es ahí donde subsiste la relatividad del espacio, al que se le atribuye más o menos importancia de acuerdo a las necesidades cotidianas que éste tenga. Sin embargo, Eliade subraya una incongruencia muy interesante entre lo que debería significar el espacio para el hombre profano y lo que realmente significa. En esta experiencia profana del espacio, siguen existiendo valores que recuerdan la no-homogeneidad que caracteriza a la experiencia religiosa. Subsisten todavía lugares privilegiados que son cualitativamente diferentes a otros. Esto quiere decir que hay lugares que se representan como “únicos” para el universo personal del hombre profano.
Este es, precisamente, el escenario que encontramos en ANDENES y que, por lo mismo, nos resulta muy interesante. Podríamos decir que consideramos a las personas que asisten a este centro de rehabilitación como profanas, ya que no podrían calificarse dentro de un mundo religioso y no podemos asegurar que hayan tenido alguna experiencia religiosa. Sin embargo, sí podemos determinar que, para ellos, y como herencia del hombre religioso en la antigüedad, existen lugares que resultan más significativos que otros: que resultan siendo el eje de su espiritualidad o de su universo.
Uno de estos lugares y, el que más nos interesa en este análisis, es el centro ANDENES, que vendría a representar el centro del universo de las personas que pertenecen a él. En este espacio, se presenta una ruptura en el espacio cotidiano homogéneo, al representar la oportunidad de comunión con lo celestial, aunque, en realidad, no hay clasificación alguna acerca de lo que esto vendría a significar. Entonces, los alcohólicos asisten a este centro con regularidad, porque, dentro de él, ingresan al mundo de lo sagrado, lo profano se queda fuera. Además, en él consiguen el apoyo que necesitan para salir adelante, estar ahí representa estar más cerca del centro del universo, representa la oportunidad de comunión con lo divino.
Sin embargo, lo que se considera sagrado en este caso resulta muy subjetivo. En ANDENES, no hay un solo dios. No se rigen por la misma religión, ni todos deben tener la misma creencia. No todos deben seguir las mismas reglas. Es por eso que se podría decir que el concepto del centro del mundo que representa Andenes es algo muy subjetivo. Es el centro interno de cada uno, lo que quiere decir que la hierofanía, o la manera en lo que lo sagrado se muestra en el mundo, también es interna y subjetiva. En este caso, podríamos llegar a la conclusión de que resulta en un proceso individual de cada una de las personas que asiste a ese centro por el que debe pasar para llegar hacia el estado deseado: la recuperación y el mantenimiento de ella.
Finalmente, lo sagrado se manifiesta internamente en estas personas y encuentran una comunicación entre el mundo de lo que es divino para ellos y su propio mundo dentro del centro ANDENES. Esto quiere decir que, a pesar de que estas personas se encuentran dentro de la experiencia profana del mundo y es este su modo de ser en él, también tienen valores que determinan que unos lugares son más importantes o significativos que otros, y lo sagrado se les presenta de manera personal y totalmente subjetiva.